Añoranza de tiempos remotos, casi olvidados, pero que nuestros genes aún recuerdan. Añoranza y envidia de esos reptiles escamados capaces de mudar la piel de una sola vez y no como nosotros que la mudamos lentamente y vamos abandonando insignificantes pedacitos de epidermis que luego se lleva el viento, pero todo sigue igual.

Las escamas son rígidas, no dilatan, no dejan crecer, pueden estar rotas. Es necesario abandonarlas para evolucionar, para crecer, para seguir empezando. Librarse de su rigidez representa un nuevo impulso, una nueva vida que rápidamente deja atrás las adversidades. Como si te quitaras el vestido viejo y lo dejaras abandonado en el bosque. Todo queda ahí, entre lo hojarasca, los dolores, los sufrimientos, los miedos y las heridas.
Ese sentimiento es el que ha inspirado esta pieza. Después de la pandemia, las crisis, el cambio climático, los incendios y las guerras, siento un potente impulso de transformación.

Como artista siempre me han atraído los materiales reciclados, siempre los he incorporado a mi obra, tal vez interesada en su aportación como objetos con una vida anterior que se reinventan en una nueva. En esta pieza he utilizado filtros de café impresos con la técnica ecoprint y tintes naturales buscando nuevos caminos hacia una vida más consciente y sostenible.

Quizás, con suerte, un poco mejor que esta.

María Muñoz