Entiendo la identidad como la solidificación de un instante o estado que aporta una sensación de permanencia, trascendencia y estabilidad. Este modelo, cuando se ve alterado, entra en conflicto. Mi trabajo explora la topología de nuestras ideas y como la mente genera espacios donde lo onírico se mezcla con la subjetivación de la realidad, reproduciendo un nuevo estado de cosas. Suponiendo que el cambio es un estado continuo, investigo el papel del olvido como elemento distorsionador y creativo.

Al igual que la aparición de la fotografía transformó nuestra manera de entender los recuerdos y de comprender nuestro entorno. Durante la última década la digitalización de las imágenes y su uso masivo y cotidiano a través de las redes sociales ha supuesto un giro absoluto que aún no alcanzamos a ver en su totalidad. El proyecto analiza el papel que juegan los sistemas digitales de registro de la información visual y su comparativa o relación con modelos clásicos analógicos a la hora de comprender los límites entre lo real y lo ficticio, entre el olvido y la reconstrucción de recuerdos. La propuesta usa como referente imágenes de archivos periodísticos, imágenes encontradas, imágenes de internet y archivos propios tanto digitales como analógicos en torno a la cotidianidad.

En su parte más pictórica, los planos de color y líneas nos acercan a un mundo digital a través de sus desenfoques y texturas, los espacios vacíos o de carácter más monocromático a la materia pura. Los referentes figurativos, nos conducen a espacios íntimos y objetos cotidianos tratando de generar la atmósfera que sirva de base para descodificar las obras acercándolas al espectador. En cierta forma se trata de una lucha poética contra la desmaterialización de nuestra cotidianidad usando elementos comunes al consciente colectivo.

Carlos Sebastiá